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Precedentes Históricos
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Clemente de Alejandría en el Areópago

Cuando Pablo hizo frente a los filósofos epicúreos y estoicos en el Areópago en Hechos 17, citó de sus propios escritores (especialmente Aratus) y mencionó sus ídolos (particularmente, el de un “dios desconocido”) para construir un puente para la comunicación. Clemente de Alejandría hizo mucho de lo mismo cuando empezó sus primeros trabajos, Hortatory Discourse to the Greeks (Discurso exhortatorio a los griegos). Clemenete bosquejó una comparación con los legendarios músicos Anfión y Airón,1 él enseñaba que, “Cristo es el más noble juglar. Su arpa y lira son los hombres. Jesús saca música de sus corazones por medio del Espíritu Santo; aún más, Cristo mismo es la Nueva [Canción], cuya melodía doblega a las naturalezas más feroces y duras2 (Exhort. I.I).

Los padres de Clemente eran acaudalados paganos, y una vez que se convirtió al cristianismo, salió de viaje para encontrar un maestro que le diera un entendimiento más profundo de la fe cristiana. En Alejandría, encontró un maestro, Pantaenus, que podría satisfacer su sed de conocimiento. Al morir Pantaenus, Clemente le reemplazó como la cabeza de la escuela catequista de la ciudad, el principal maestro cristiano en Alejandría.3

En aquellos días, alrededor del 200 DC, Alejandría era el centro intelectual del mundo. Tenía un museo con una biblioteca adyacente, ambos funcionaban como algo parecido a las universidades modernas. Los eruditos de varios campos se reunían para intercambiar ideas y debatir. Como un centro de comercio, Alejandría también atrajo una interesante colección de aventureros y malandrines. No es sorprendente que el sincretismo era prominente en la ciudad.

Clemente entró en este mercado de ideas y luchó por la verdad y la supremacía del cristianismo. Él no fue un pastor sino un apologista que buscaba demostrar que el cristianismo no es aquella superstición absurda que muchos intelectuales afirmaban que era. Aunque mantuvo que ciertas cosas debían ser aceptadas por fe, insistía que la filosofía griega en última instancia apoyaba la verdad de las Escrituras.4

Clemente se inclinaba fuertemente sobre la interpretación alegórica contemporánea que afirma que las Escrituras están escritas “en parábolas”.5 La importancia de Clemente no se encuentra en cómo él se acercó a los pasajes bíblicos en particular, sino en su reverencia a la Palabra de Dios, la cual él declaraba con esmero y diligencia en medio de una sociedad espiritual y doctrinalmente confundida. Por medio de su esfuerzo, la atmósfera intelectual se cambió y el cristianismo logró un lugar de honor.6

Hoy, los Anfiones y Airones de la cultura secular están tocando sus melodías seductivas en muchos acordes, pero la música de Cristo, tocada en las vidas de sus seguidores, es demasiado escasa en la tierra. Ciertamente, hay Clementes trabajando para el Señor en el mundo, pero ciertamente hay una necesidad de más intérpretes y apologistas cristianos, hombres y mujeres que son entendidos, celosos y persistentes por la verdad.

Notas al pie:
1

Eric Lewin Altschuler y William Jansen, “Thomas Weelkes’s Text Authors”(“Autores de texto de Thomas Weelkes”), Musical Times (Tiempos musicales), Verano, 2002, http://findarticles.com/p/articles/mi_qa3870/is_200207/ai_n9139091/pg_3 (accedido Enero 6, 2008). “Anfión es un hijo gemelo de Zeus (Zeto es su gemelo), y llegó a ser un gran músico y cantante; Airón es un semi-legendario poeta y músico”.

2

Francis P. Havey, “Clement of Alexandria” (“Clemente de Alejandría”), The Catholic Encyclopedia (La encyclopedia católica), http://www.newadvent.org/cathen/04045a.htm (accedido enero 6, 2008).

3

Justo L. Gonzalez, The Story of Christianity (La historia del cristianismo), vol. 1 (San Francisco: Harper, 1984), 71.

4

Alister E. McGrath, Historical Theology [Teología Histórica] (Oxford: Blackwell, 1998), 89.

5

Citado en Gonzalez, 73.

6

Ibíd.