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El cristiano y la filosofía

8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas basadas en las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo. 9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad,...

Colosenses 2:8-9 (RV95)

Merecidamente notorios son los profesores universitarios que se deleitan en despojar a sus estudiantes de la admiración por “la fe una vez entregada a los santos”, atrayéndolos más bien hacia los seculares “ismos”, como ateo existencialismo, marxismo, naturalismo, hedonismo, relativismo y panteísmo. Así que es común para un padre, pastor o líder juvenil implorar al joven estudiante que está saliendo que mantenga su mente cristiana – incluso utilizando las palabras exactas de Colosenses 2:8-9.

En los tiempos antiguos, todo estudio no bíblico, incluyendo la ciencia, iba bajo el nombre de “filosofía”. Cuando la exactitud matemática y comprobación teórica entró en los diversos campos, la “filosofía natural” generó la “física”, “química”, “astronomía”, etc. Hoy, un vestigio de esa tradición puede ser encontrada en las graduaciones, donde a los eruditos se les otorgan doctorados de filosofía (Ph.D.s) en biología y geología. Así en los días de Pablo, la “filosofía” podía referirse a todo tipo de especulación acerca del universo.

Cuando él habló de “filosofías y huecas sutilezas” (v. 8), Pablo podía haber tenido en mente a los epicureanos y estoicos materialistas, como los que encontró en el Areópago en Hechos 17. Él pudo haber estado pensando en los gnósticos que negaban la encarnación o los discípulos de tales cosmólogos griegos como Empédocles (que decía que todo era una combinación de tierra, aire, fuego y agua) y Pitágoras (cuya metafísica puso a la matemática y no a Dios en el centro de todo). Cualquiera que sea el error, era el producto infortunado de la imaginación naturalista.

Por supuesto, la palabra “filosofía” es lo suficientemente admirable; philosophia simplemente significa “amor a la sabiduría”, y la Biblia misma está llena de “literatura de sabiduría”, como la que uno encuentra en Proverbios. El problema se da cuando el evangelio de Cristo es excluido del punto de vista de uno, ya que entonces todo el retrato es sesgado. Aunque algunos profesores enseñan que abandonar la Biblia es un paso hacia la sofisticación, es en realidad un desplome hacia la necedad. Cristo es el Señor de todo (v. 9). Al errar en eso, la mente es capaz de una confusión ilimitable.

Afortunadamente, en los siglos desde los días de Pablo, se ha levantado filósofos cristianos para espigar la verdad de los escritos de sus contrapartes seculares, para tratar grandes temas desde una perspectiva cristiana y para defender la fe de los ataques de los escépticos. Nombres como Agustín, Aquino, Pascal, Leibniz, Berkeley, Maritain, y Plantinga resuenan, junto con muchos otros. Pero los peligros siempre están allí, en toda esquina de la academia.

Es una gran bendición para la iglesia que hayan más editoriales y sitios Web cristianos hoy en día. Los pastores tienen a su disposición más material apologético y libros sobre la integración de fe y aprendizaje. Por supuesto, los ministros necesitan repetir las advertencias de Pablo a los Colosenses, pero también están preparados para equipar a los santos para detectar y contrarrestar el pensamiento sub-cristiano y anti-cristiano con el que encuentran – y para construir su propio pensamiento, en todo tema, hacia Cristo.