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¿Engendrado o fabricado?

13 Tú formaste mis entrañas;
me hiciste en el vientre de mi madre.
14 Te alabaré, porque formidables y maravillosas son tus obras;
estoy maravillado y mi alma lo sabe muy bien.
15 No fue encubierto de ti mi cuerpo,
aunque en oculto fui formado
y entretejido en lo más profundo de la tierra.
16 Mi embrión vieron tus ojos,
y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
que fueron luego formadas, sin faltar ni una de ellas.

Salmos 139:13-16 (RV95)

Cierta palabra en el diccionario se define como “algo útil que se puede utilizar con ventaja comercial o de otra índole”. Al pedir que se adivine la palabra, la mayoría de las personas probablemente sugerirían algo como “mercadería”, “activo”, o “capital”. En el mundo de las tecnologías reproductivas, sin embargo, esa definición se está acercando inquietantemente a definir la palabra “humano”. La creación implica control. Si los científicos y los investigadores se convencen a sí mismos que son soberanos sobre cuándo y cómo los seres humanos son formados, no tardarán también en creer que son soberanos sobre cómo esas personas deben ser “usadas”.

David, el salmista, cantó bellísimamente del conocimiento íntimo e incomprensible de Dios sobre él. Sus palabras (v. 4), sus rutinas diarias y sus hábitos (v. 3), sus pensamientos secretos (v. 2), y su tiempo de vida (v. 16) fueron conocidos delante del Señor. La mano de Dios continuaría guiándole sin importar adonde fuera en el mundo (vv. 7-10). Incluso la noche más oscura sería como la luz del día ante los ojos vigilantes de Dios (vv. 11-12). El cuidado y supervisión del Señor se extendió a David aun antes de su nacimiento. Dios lo “entretejió” mientras se encontraba en el vientre de su madre, y elaboradamente tejió su “sustancia aún no formada” en un cuerpo humano, y cuidadosamente arregló los días de su vida antes que ni uno de ellos haya aún acontecido. David se maravilló del cuidado íntimo y personal que Dios ejercía sobre él, aun en su vida pre-natal.

Las tecnologías de asistencia reproductiva tientan a la gente a ver a los niños como proyectos tecnológicos alcanzables, en vez de ser recibidos como regalos de gracia. Por ejemplo, con la fertilización in vitro (FIV), los doctores cosechan y fertilizan varios huevos, sometiendo a los embriones a estrictos procesos de selección para determinar cuales transferirán al útero. Aquellos que son rechazados son utilizados para investigaciones, son almacenados en nitrógeno congelado o destruidos. En un típico procedimiento, los doctores implantan entre dos a cuatro embriones, con la esperanza de que uno de ellos se desarrolle normalmente. Si más de uno empieza a crecer, piden a los padres que consideren la “reducción fetal selectiva”, un eufemismo para abortar a uno o más bebés.1

Las preguntas acerca del principio de la vida y la ética de las tecnologías reproductivas están lejos de ser académicas. Éstas desconciertan a miles de parejas, y cualquier pastor que está correctamente involucrado en la vida de su gente enfrentará a menudo estas preguntas. Por lo tanto, las respuestas simplistas no serán suficientes.

Una pareja traumatizada por la infertilidad bien podría aprovechar cualquier tecnología que le prometa un bebé saludable y un fin a su dolor. Pero incluso en su dolor, un pastor afectuoso les recordará que es Dios el Creador quien da la vida. Así también, ellos deberán saber que hay alternativas a los procedimientos que involucran la destrucción de embriones. Finalmente, necesitan la seguridad de que, a pesar de su infertilidad, Dios es un Padre amoroso que ve y conoce sus vidas, así como conoció la vida de David. Dios ama a sus hijos y no es indiferente a su dolor. Después de todo, el mismo salmista que escribió del cuidado omnisciente de Dios fue alentado por la experiencia de la presencia de gracia de Dios, incluso cuando caminó a través del valle de sombra de muerte (Salmo 23:4).

Notas al pie:
1

Edwin C. Hui, At the Beginning of Life [Al principio de la vida] (Downers Grove, IL.: InterVarsity Press, 2002), 192-193. También Agneta Sutton, “Revisiting Reproductive Technology’s Slippery Slope in the Light of the Concepts of Imago Dei, Co-Creation, and Stewardship” (“Volviendo a visitar la cuesta resbalosa de la tecnología reproductiva a la luz de los conceptos del Imago Dei, co-creación y mayordomía”), Ethics and Medicine 18, # 3 [Ética y medicina 18.3] (Otoño 2002): 145-154.