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Los matrimonios cristianos duran

En enero del 2001, el Servicio de Noticias Carisma reportó noticias impactantes a muchos miembros de las iglesias de las Asambleas de Dios: Ray Mossholder había anunciado su intención de divorciarse de su esposa de 42 años. La popular organización paraeclesial de los Mossholder: Marriage Plus Ministries (Ministerios Matrimonio y más)—afirmaba haber preservado a 11.000 parejas del divorcio a través de las últimas tres décadas y disfrutaba del respaldo de líderes religiosos bien conocidos. El adulterio, siguió diciendo el artículo, no fue la cuestión en la decisión de Mossholder; él simplemente había decidido que ya no podía vivir con su esposa, citando “diferencias irreconciliables” como razón. “Yo sé que estoy violando mis propias enseñanzas sobre el divorcio”, dijo Mossholder a sus seguidores, pero este era “un matrimonio en el cual ya no podía vivir”. Una vez que se finalizara el divorcio, él tenía la intención de casarse con una “amiga cercana” que también se encontraba en el proceso de divorciarse de su propio esposo.1

Estas trágicas historias tristemente se han convertido en más comunes. Jovialmente, los escépticos citan la letanía de los líderes cristianos cuyos matrimonios quebrantados destruyeron sus ministerios. Aún más problemático han sido aquellos pastores divorciados que no fueron reprobados, sino más bien confirmados en su liderazgo continuo de la iglesia. Lamentablemente, algunas iglesias evangélicas —supuestas defensoras de una Biblia inerrante y autoritativa— también han logrado algo de reputación por excusar el divorcio. Tal ironía deja a muchos espectadores rascándose las cabezas.2

Los asuntos son aún peor si uno escucha a los pesimistas que afirman que el divorcio es por lo menos igual de prevaleciente en las iglesias evangélicas como lo es en la cultura en general. Más popularmente los críticos citan un reporte Barna que sugiere que el 27% de cristianos evangélicos se ha divorciado, mientras que la cifra para la población Norteamericana en general es del 24%.3 Barna también reporta que los bautistas se divorcian en un índice de 29% y los protestantes no denominacionales a un ritmo de 34%, mientras que el número de aquellos que no profesan del todo ninguna creencia en Dios —ateos y agnósticos— en sólo el 21%.4 Además, dicen que el índice más alto de divorcio en Norteamérica parece ser en aquellas áreas donde la Iglesia Cristiana tiene sus raíces más profundas. Cuatro de los primeros cinco estados con el índice de divorcio más alto son: Tennessee, Arkansas, Alabama y Oklahoma. Nueva York, Connecticut y Massachusetts por el contrario —el noreste tiene relativamente con pocas menos iglesias— tenían un índice de divorcio más bajo (debido en parte a índices más altos de convivencia).5

Sin embargo, la buena noticia es que estos números no se sostienen bajo escrutinio. Por ejemplo, uno debe cuestionar el uso de Barna de la designación “evangélico” y “nacidos de nuevo” para sus sujetos cuando, de acuerdo a las propias encuestas de Barna, casi un tercio de estos mismos “cristianos profesantes” creen que Jesús cometió pecados mientras estuvo en la tierra y casi cincuenta por ciento consideran a Satanás como un ser meramente simbólico pero no real.6 Por lo tanto, los evangélicos de Barna parecen ser sólo de nombre. Además, otros sociólogos más cuidadosos señalan que cuando uno ajusta los datos para los más altos índices de matrimonios adolescentes7 en los estados del sur mencionados, los cristianos no parecen estar peor que sus contrapartes seculares después de todo.8 Muy al contrario, el sociólogo de la Universidad de Chicago Andrew Greeley concluyó en su estudio de 1991 que los cristianos comprometidos que oran regularmente y valoran la intimidad sexual tienen un riesgo mucho más bajo de llegar a divorciarse.9 Estudios similares añaden validez a la investigación de Greeley.10

En resumen, dos conclusiones están claras. Primero, no puede haber duda de que el matrimonio está bajo un asalto masivo en la sociedad moderna.11 Pero segundo, y más importantemente, un buen discipulado hace una diferencia tangible en las vidas de las personas. Los cristianos a quienes se les enseña a honrar y valorar el matrimonio sí tienen matrimonios más felices y estables. Los pastores deben cobrar ánimo frente a tales noticias, ya que confirma que su labores a favor de la familia en realidad sí dan su fruto. Todos aquellos sermones sobre la pureza sexual y la fidelidad marital no son en vano, a pesar de lo que pueda decir George Barna.

Notas al pie:
1

“Marriage Ministries Pioneer to Divorce and Remarry” (“Ministro Pionero en el matrimonio va a divorciarse y volverse a casar”), Página Web Charisma News Service Online, Enero 16, 2002, http://charismanews.com/a.php?ArticleID=5212.

2

“Blind Leaders” [“Líderes ciegos”], (Página Web Liberals Like Christ Website, 2004), http://liberalslikechrist.org/about/blindleaders.html. Buscar por “excuse and defend” para encontrar el párrafo apropiado.

3

“Barna Study Reports Christians More Likely to Experience Divorce Than Others” (“Estudio de Barna reporta que los cristianos tienen más probabilidad de experimentar el divorcio que otros”), (Página Web Beliefnet Website, 2002), http://www.beliefnet.com/story/5/story_591_1.html.

4

“Baptists Have Highest Divorce Rate” (“Bautistas tienen el índice de divorcio más alto”), The Associated Press, 12/30/99.

5

Gene Edward Veith, World 14 (Mundo 14), no. 46 (Noviembre 27, 1999), http://www.worldmag.com/world/issue/11-27-99/cultural_2.asp.

6

“Born Again Christians” (“Cristianos nacidos de nuevo”), En línea Barna Research Online, http://www.barna.org/cgi-bin/PageCategory.asp?CategoryID=8.

7

Un producto derivado de los niveles más bajo de educación y niveles de pobreza.

8

Por ejemplo, el Profesor Cary Lantz de la Universidad Liberty ofrece esta crítica. Ver “Divorce Rates and Religion: Denomination and Participation Level” [“Indices de divorcio y religion: Nivel de denominación y participación], (Smart Marriages Archive, 2004) http://www.divorcereform.org/mel/rreligion.html. Por favor note que el artículo es “atribuido” a Lantz.

9

Ver Andrew M. Greeley, Faithful Attraction: Discovering Intimacy, Love, and Fidelity in American Marriage [Fiel atracción: Descubriendo la intimidad, el amor y la fidelidad en el matrimonio norteamericano] (New York: Tom Doherty Associates, 1991).

10

Ver, por ejemplo, Annett Mahoney, Kenneth Pargament, Tracey Jewell, Aaron Swank, Eric Scott, Erin Emery, Mark Rye, “Marriage and the spiritual realm: The role of proximal and distal religious constructs in marital functioning” (“El matrimonio y el área espiritual: El rol de la construcción religiosa proximal y distal en el funcionamiento marital”), en Journal of Family Psychology 13 [Bitácora de psicología familiar] (Septiembre 1999): 321-338. En este estudio, el equipo de investigadores concluye que si uno se enfoca exclusivamente en la religiosidad privada individual (distal), son menos probables de descubrir parejas que se esfuerzan por integrar su religión con su matrimonio (proximal). En otras palabras, creyentes que en realidad valoran la práctica de su religión disfrutarán de un matrimonio más estable y saludable.

11

Ver artículo de Kairos Journal, "La prevención es mejor que la cura".