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Firmes y hacia dentro siervos del Señor1

Dr. Philip G. Ryken

Hace varios años, la revista de New York Times publicó una historia acerca de una familia cristiana de Allentown, Pensilvania.2 La introducción del artículo decía lo siguiente: “Abandonando su lucha por una América cristiana, los fundamentalistas se están retirando hacia sus propios hogares”. La historia describe como una familia de nueve vive la vida cristiana dentro de las paredes de su casa de granja.

La meta de la familia es “no participar en aquellas cosas de la cultura que no dan gloria a Dios”. Para cumplir con este fin, no van al centro comercial. No ven televisión. No escuchan música popular. No salen en citas, aunque cuando los niños crezcan se les permitirá disfrutar del cortejo bajo supervisión paternal. No juegan deportes porque, dice la madre, el ambiente de equipo cultiva “un comportamiento que no parece ser conforme a Cristo”. Los niños ni siquiera van a la escuela dominical, para poder evitar así, las maldades de la segregación de la edad en la iglesia local.

El Times entrevistó a la familia de Allentown porque ellos representaban un cambio muy significante en las actitudes cristianas de la cultura Americana. Hubo un tiempo cuando la cultura americana era cristiana, cuando la cosmovisión bíblica moldeaba la agenda pública. Obviamente, este ya no es el caso. Cada vez más estamos viviendo en tiempos pos-cristianos.

Desde los años de 1970, muchos cristianos evangélicos han intentado recobrar el territorio cultural al ir tras el poder político. En muchas maneras, la estrategia ha fracasado, con el resultado que los evangélicos ahora están empezando a darse por vencidos de las soluciones políticas para los problemas culturales. Paul Weyrich, un prominente activista político en los años 1980, ahora sugiere “una estrategia de separación”, en la cual los cristianos “circunvalan las instituciones que son controladas por el enemigo”.3 “Necesitamos separarnos de esta cultura”, dice Weyrich, “y encontrar lugares, aún si es donde nos encontramos físicamente ahora mismo, donde podamos vivir vidas piadosas, justas y sobrias”. La familia de Allentown ha seguido el consejo de Weyrich: Ellos se están separando de, retirándose, y circunvalando la cultura americana.

Es algo bueno que los cristianos reconozcan los límites de la política. Estamos llamados a ser buenos ciudadanos, pero nunca debemos mirar al gobierno para la salvación. Estamos llamados a construir el reino de Dios, no a establecer una América cristiana. La pregunta es, ¿hasta qué punto somos llamados a separarnos de la sociedad americana? ¿Nos llama Cristo a estar “firmes y adelante como siervos del Señor” o “firmes y hacia dentro siervos del Señor?”

Esta es una pregunta que los cristianos siempre han enfrentado: ¿Cómo podemos estar en el mundo sin ser del mundo? Esto es algo por lo que Jesús oró cuando fue a su Padre para interceder por la Iglesia. Jesús le dijo al Padre, “[Mis discípulos] no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:16). No obstante Jesús también dijo esto: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal… Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo”. (Juan 17:15, 18). En otras palabras, nuestro Señor ha orado para que podamos alcanzar el mundo sin ser mundanos.

No es fácil saber donde trazar la línea entre estar en el mundo y ser del mundo. Algunas separaciones son requeridas. Hay lugares donde no es sabio ir como cristianos. Hay cosas que no son buenas para nosotros para ver o escuchar. Como resultado, a menudo nos encontramos nosotros mismos fuera de compás con la cultura americana. La pieza del New York Times nota, con algo de asombro, que el cristianismo es ahora un movimiento contra-cultura. En los años 1960, la contra-cultura cuestionaba la autoridad. Ahora todos cuestionan la autoridad…excepto los cristianos, y esto nos hace contra-cultura.

Es una cosa pararse contra el pecado, pero es otra cosa separarse de la cultura americana del todo, lo cual Dios no nos ha llamado a hacer. Hay formas en las que la familia de Allentown no es tanto contra-cultura como anti-cultura. Esto me recuerda los tiempos medievales, cuando la Iglesia se retiró a sus claustros y monasterios. Los remanentes del cristianismo fueron preservados, pero Europa fue abandonada a sus pecados.

No es mi trabajo como pastor decidir dónde los cristianos deben comprar, o qué programas deben ver. Estos son asuntos de libertad, que cada cristiano tiene la responsabilidad de determinar ante Dios. Es mi trabajo, sin embargo, recordarle a usted que mientras Cristo nos llama a separarnos del pecado, Él no nos llama a separarnos de los pecadores. Muy al contrario. Y me preocupa que los cristianos estén retirándose de la cultura americana en un tiempo cuando las personas necesitan el evangelio tan desesperadamente. Cristo no nos llama hacia dentro, sino hacia delante y hacia fuera, para alcanzar a nuestros amigos y nuestras familias con un cristianismo valiente, persuasivo, bien pensado y compasivo.

No se retire de los lugares donde tiene oportunidades para levantarse por Cristo contra los pecados de la cultura. Si usted es un cristiano, usted está llamado a ser entrenador de los equipos de fútbol de niños, pero no a gritar al árbitro; de trabajar por la cooperación, pero no a desacreditar a la administración; a presentar obras en la exhibición de arte, pero no a rendirse a la desesperanza; y así por el estilo. Cuando nos involucramos en este tipo de actividades, siempre corremos algunos riesgos de convertirnos en mundanos. Sin embargo, lo hacemos porque somos llamados a estar en el mundo para la gloria de Dios.

Notas al pie:
1

“Firmes y hacia dentro siervos del Señor” fue primero escuchado como una charla de domingo por la noche, mayo 7, 2000, en la serie del Dr. Ryken’s “Window on the World” (“Ventana sobre el mundo”) en la Décima Iglesia Presbiteriana (www.tenth.org). En el 2002, apareció en una colección de mensajes del Dr. Ryken titulados My Father’s World: Meditations on Christianity and Culture (El mundo de mi Padre: Meditaciones sobre el cristianismo y la cultura). La Publicadora P&R amablemente ha dado el permiso a Kairos Journal para publicar esta versión.

2

Margaret Talbot, “A Mighty Fortress,” (“Una poderosa fortaleza) Revista The New York Times, Febrero 27, 2000.

3

Paul Weyrich, “The Moral Minority,” (“La minoría moral”) Revista Christianity Today, Septiembre 6, 1999, 44-45. CT publicó una versión acortada de la carta.