Remordimiento sin arrepentimiento

Un periódico de Gran Bretaña, The Independent (El independiente), preguntó a veinte celebridades británicas que nombren su mayor equivocación en la vida.¹ El automovilista de la Fórmula 1 Stirling Moss lamentó el día (Lunes de Pascua de 1962) cuando tuvo una carrera en Goodwood; el choque le dejó inconsciente por dos semanas, y terminó con su carrera automovilística. Sir Ian McKellen lamentó abandonar su acento nativo por una PR (“pronunciación recibida”) cuando empezó a actuar. El explorador Sir Ranulph Fiennes deseó haber utilizado cometas de movilidad y haber tomado más agua durante su intento de cruzar la Antártida a solas. La palabra más punzante vino del Rabí Lionel Blue:

Es una elección extraña, pero siempre regresaba a mí. Soy una persona gay, pero creo que mi más grande equivocación fue el no casarme con una chica que me amaba. Yo empezaba a amarla pero honestamente no sabía qué podría pasar; tal vez mi sexualidad podría haber cambiado, aunque lo que nosotros sabíamos en cuanto al sexo lo podríamos haber escrito sobre una estampilla postal. Pero uno está enamorado de una persona, no de un género. Pudo haber funcionado, y lamento haber dejado pasar la oportunidad de estar con la mejor persona que he conocido: ella tenía integridad, honestidad y era totalmente sin prejuicios. Sólo que yo no sabía si podría ser fiel en una relación heterosexual.

Esta es una confesión admirable, con varias capas de entendimiento. Primero, Blue reconoce que la “orientación sexual” es un asunto de elección. Sea cual sea el trasfondo de uno, uno puede escoger ponerse a uno mismo en un contexto saludable y mantenerse allí, o no. Segundo, él admite que la preocupación del sexo puede matar la oportunidad que uno tiene del amor verdadero. Tercero, admite que no es tan jovial ser gay; él mira melancólicamente a la vida heterosexual que pudo haber sido.

Blue nos recuerda al “joven rico” en Mateo 19:16-22. Lionel lo tiene todo. Él ha escrito 17 libros, con editores distinguidos como Hodder & Stoughton, Victor Gollancz, St. Martin’s, Random House, y Oxford University Press. Él ha traído regularmente un “Pensamiento para el día” en la Radio BBC 4. Su currículum enumera una serie de televisión (En búsqueda de Inglaterra Santa), un conferencista universitario (en la Universidad de Londres Leo Baeck), y el liderazgo denominacional (como director Europeo de la Unión mundial por el judaísmo progresivo). Su retrato se encuentra colgado en la Galería Nacional de retratos. Pero su espíritu no descansa.

Como el joven rico, Blue vino a Jesús por respuestas.² Encontró que Sus seguidores eran suficientemente amables. (“Los cristianos parecían ser más amigables que sus escrituras”.) A él le gustaron las parábolas, pero encontró que la mención de milagros bíblicos, un evangelio exclusivo y el juicio eran repelentes. Y por último, en lo concerniente a Jesús: “Creo que la más grande división entre el judaísmo y el cristianismo es esta. Para un cristiano, Jesús es el camino exclusivo y único por medio del cual Dios se ha revelado completamente a sí mismo. Para un judío esto no puede ser”. Además, Blue no veía la verdadera necesidad de un Salvador:

Recuerdo a un tipo cristiano que quería convertirme. Él me dijo lo que el cristianismo me daría, y me dijo que me salvaría del Pecado. Bueno, yo no creo en el Pecado. La mayoría de judíos piensan en términos de pecados: yo hago esto mal, yo hago eso mal, yo hago a aquellos mal. Oraré un poco, iré donde un terapeuta, lo arreglaré de alguna forma. Pero el Pecado con una ‘P’ mayúscula, en el sentido de vivir en él, simplemente no existe.³

Sí, Lionel Blue tiene sus remordimientos, pero no significan ningún cambio real en su vida. Él continúa practicando y defendiendo la homosexualidad. Hoy, Moss manejaría de forma diferente, y Fiennes exploraría diferentemente, pero Blue sigue en su error: remordimiento sin arrepentimiento. Y en sus momentos cándidos, este pobre, joven rico admite la tristeza que le persigue.

Notas al pie: