La Cosmovisión Bíblica del matrimonio

Aquellos que desean apoyar el matrimonio heterosexual deberían tomar el consejo de los médicos misioneros. En vez de denunciar a médicos hechiceros y sus pociones supersticiosas, se enfocan en ofrecer medicina sana: penicilina, cirugía, buena nutrición y limpieza, frente a lo cual los nativos pierden interés en sus necios chamanes.

Hoy, hay chamanes sexuales y matrimoniales en la tierra. Ellos tal vez no lucen con plumas ni pintan sus cuerpos, pero son igualmente falsos. Sus pacientes son igual de lamentables como cualquier nativo a quienes los misioneros del siglo 19 visitaron. Así como el cristianismo ahora existe en aldeas una vez esclavizadas por el animismo, así una perspectiva sana sobre el matrimonio puede influenciar en una cultura donde la lujuria es un amo cruel y el matrimonio es cada vez más barato.

En el actual debate sobre el matrimonio homosexual, es sugestivo hacer hincapié en la perversidad de las uniones homosexuales y la destrucción social que traerían. Y estos son temas importantes, así también los cristianos deben levantar lo positivo del matrimonio puro, de la manera como Dios lo diseñó. Charles Colson provee un boceto que ayuda. Él ofrece un bosquejo básico para el punto de vista bíblico: “La Creación—¿De donde vinimos? La Caída—¿Qué está mal con el mundo?... La Redención—¿Cuál es la solución, y cómo podemos construir un mundo mejor?”¹ La aplicación al matrimonio es obvia:

La Creación: La Biblia enseña que Dios creó a los humanos como dos similares pero a la vez distintos por diseño, uno masculino y otro femenino (Gen. 1:27). Aunque este hecho básico de la naturaleza es arrojado a las olas del relativismo ético, la ideología unisex y la ingeniería social, permanece firme como la Roca de Gibraltar. Dios unió al hombre y la mujer para procrear y para la realización social (Gen. 1:28), y puso un cerco de prohibiciones alrededor de la institución para protegerla (Ej. Lev. 18).² La vasta mayoría de la humanidad ha entendido esto. A través de la historia, la gente ha celebrado la sabiduría de Dios al establecer el matrimonio heterosexual.³ Excepto en “pequeñas tribus pre-alfabetizadas”, esto ha sido la norma a lo largo de los siglos y a lo ancho de las culturas.⁴

La Caída: Pocas veces se ha dado un término más inapropiado que “gay” (que en inglés significa feliz), ya que el estilo de vida homosexual es cualquier cosa menos gay. Es furtivo, séptico⁵ y árido, sin embargo implacablemente auto-justificador, incluso auto-promotor. Los activistas gay desean afirmación, sea cual fuere el costo para con la sociedad. Se está comprobando que el costo es alto. En Escandinavia, ellos han conseguido el derecho a casarse, pero ahora el matrimonio es tan poco respetado que relativamente pocos gay o heterosexuales se molestan por él, por lo que la mayoría de los niños en Suecia, Dinamarca y Noruega están naciendo fuera del matrimonio.⁶ Los Países Bajos han ido por el mismo camino, y están experimentando una aflicción similar.⁷ Es también lamentable que los pobres niños crecerán en estas familias cada vez más raras que todavía tendrán que ser convalidadas en una era de relativismo moral, sean estas polígamas o poliamorosas.⁸

La Redención: De las enseñanzas de Jesús sobre la santidad del matrimonio (Ej., Marcos 10:10-12), a la prescripción del matrimonio de Pablo para los supervisores de las iglesias (1 Tim. 3:1-7), hasta el ejemplo de Aquila y Priscila (Hechos 18:24-26), el Nuevo Testamento honra y perfila el saludable matrimonio heterosexual. El Espíritu Santo regenera las personas perdidas, y los anteriormente descarriados logran un corazón por la justicia. Emergen ministerios para la familia (Ej. Marriage Savers)⁹ y heterosexualidad básica (Ej. Éxodo Internacional). Aunque el mundo esconde y se burla de aquellos que dejan la homosexualidad, las anécdotas de liberación y nueva vida son numerosas y poderosas.¹⁰

Como Colson nos recuerda, “No sólo somos salvos del pecado, también somos salvos para algo: La labor de desarrollar la creación de Dios”.¹¹ La salvación es más que un escape; es también guía, no sólo hacia el cielo, sino también para el bien de este mundo, incluyendo la naturaleza de un matrimonio sano.

Notas al pie: